El freno en el campo ya llega a la población más humilde
Comentario elaborado por Graciela De Marco para GEOPERSPECTIVAS.
De acuerdo con la opinión de intendentes del sur santafesino el panorama es preocupante en algunas zonas y directamente desolador en otras. El freno en la actividad agropecuaria ha impactado en todos los estratos y hay una fuerte caída en las principales actividades de los pueblos. En cuanto al consumo básico, como lo es la bebida y la comida, se registra una caída del 50%; en el rubro de la indumentaria la pérdida es mayor y en la venta de automotores y maquinaria agropecuaria la venta es nula. La industria de la construcción se aletarga y, en el ámbito agropecuario, las tareas son sólo de mantenimiento. En el caso de las aceiteras, por ahora están trabajando pero están muy preocupadas por la falta de soja. Estiman que faltarán, aproximadamente, 20 millones de toneladas para la molienda, lo que implica que se va a retraer la producción hecho que impacta directamente en los puestos de trabajo. Según sus apreciaciones, habrá una reducción del 50% de los trabajadores. Ni que hablar de las suspensiones, y la eliminación de las horas extras. Por otro lado, la recesión impacta también en la economía informal: los albañiles, los comercios pequeños, etc. El transporte de carga, por ejemplo, está trabajando a un tercio de su capacidad y las tres cuartas partes se hallan al sur de la provincia. Se registran entre 800 mil y 1 millón de viajes menos que el año pasado para esta época. Esta pérdida representa entre 2 mil y 2.500 millones de pesos menos. Esto significa una pérdida que impacta directamente en la zona sur y los municipios ya ven una baja de un 25 % en la recaudación global. Es decir que aumenta la demanda social y al mismo tiempo disminuyen los recursos. Por ejemplo en la localidad de Chabas llovió y hay cierto recupero, pero así y todo, a causa del déficit hídrico hay una pérdida del 70% del trigo, 50% del maíz y alrededor del 70% de la soja. En el caso de la última oleaginosa, alrededor del 30% corresponde a un área con calidad acuífera, es decir que en sólo un tercio de la Pampa húmeda el recurso es potable. A medida que se avanza hacia el Norte de la provincia, el panorama se agrava. En este marco, se vislumbra un año sumamente complicado. Dentro de exactamente un mes, a fines de marzo y principios del mes de abril, comienza la cosecha. El año pasado a esta altura nos estaban pagando la soja a U$S 1.100 la tonelada con un dólar a $3. Ahora, la tonelada vale U$S 735, con un dólar a $3.66. En el departamento de Caseros (tienen 220 mil hectáreas con producciones de 70 h), cada productor deberá afrontar las plagas, las sequías, pagar los insumos y tendrá una rentabilidad de entre 20 y 30 mil pesos. Con ese dinero deberá vivir, pagar los impuestos y volver a sembrar. Los intendentes hicieron un llamado al gobierno: "es necesario que el Gobierno nacional tome nota de lo que están pagando los más humildes. El efecto de la crisis va a ser devastador" En la ciudad de Armstrong hay 7000 personas afectadas por la caída en el trabajo y el quiebre en la cadena de pagos. La ciudad está paralizada, pues los comerciantes y la Municipalidad han dejado de trabajar. Ante semejante panorama los geógrafos nos preguntamos ¿Por qué no existen asesores preparados, despojados de toda idea política -y con grandeza de espíritu- que expliquen a los gobernantes que todas las políticas públicas, en todos los órdenes, son políticas territoriales y que tienen un feedback a mediano o largo plazo? ¿No se dan cuenta que en lugar de ordenar y organizar al espacio y a los sistemas de producción ponen en un primer plano intereses ajenos a las comunidades involucradas, las que seguramente emitieron su voto hace dos años esperando un futuro mejor?
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