RÍO 2016. EL LADO OSCURO DE UNA FIESTA PARA POCOS
Héctor Zajac. Geógrafo UBA. Máster en Problemáticas Urbanas. UNY
Diario Perfil. 13 de agosto de 2016.
Diario Perfil. 13 de agosto de 2016.
Como bregando abrirse paso en medio del
frenesí deportivo el clamor de justicia de los habitantes de Villa Aeródromo no
se oye, acaso por la algarabía que lo cubre en el sitio exacto donde metáfora y
realidad se funden la Ciudad Olímpica se erige imponente y provocativa sobre
sus relictos, sus sueños, sus proyectos. La gloria de lo que es, sobre la
sombra de otra ciudad que pudo ser y nadie escucha.
Nada expresa mejor la exageración del
discurso populista en torno a la movilidad social como la gentrificación, el proceso por el que las transformaciones urbanas
en ambos gigantes sudamericanos generan cambios sociales en el espacio, su
efecto ¿no deseado?; los desplazamientos directos. En Río, más de 800 familias
padecieron- en vigencia del estado de derecho- una violencia que evocó la
erradicación de villas de la Capital Federal, durante la última dictadura,
también con un mega evento deportivo como pantalla. Si se suma el mundial, (y
Sao Paulo), se judicializaron miles de reclamos por indemnizaciones que no
cubren la mitad del valor de las propiedades. De modo más sutil pero implacable,
hay desplazamientos indirectos, mediatizados por un progresivo aumento de la
renta en barrios aledaños a las áreas transformadas, expulsiones de inquilinos
de clase media, muchos de ellos arrebatados a la pobreza por el plan “Bolsa
Familia”. Paradoja de un mismo modelo que da y quita a muchos, y solo da
siempre a los mismos. Las inversiones del Estado nacional en vivienda se
dirigieron principalmente hacia la integración de la favela como el plan “Morar
Carioca”, en detrimento de la producción en gran escala de vivienda pública
barata. Insuficiente para una nación tan enorme como su pobreza estructural,
donde miles de expulsados rurales y urbanos engrosan las filas del MST
(Trabajadores sin tierra). Ignorados por Temer e indignados con Lula y Dilma
por haberles soltado la mano -tomando en cambio la del proletariado urbano-
para pactar su supervivencia política con el poder feudal del interior,
promotor latifundista de expulsiones masivas de aquellos con “penas propias, y
vaquitas ajenas”.
Lejísimo de la fiesta olímpica,
generaciones de sin tierra consagrados por denominación de origen a una diáspora
política y geográfica por la más esquiva de las quimeras, son negados por la
Tecnocracia del Planalto que se conforma con evitar la suma cero entre
perjudicados y beneficiarios, avanzando con obras, toda vez que los últimos
superan a los primeros. Un error de enfoque, que omite analizar la diferente
naturaleza en el vínculo que existe entre unos y otros con el suelo, como
morada excluyente en el caso de los desplazados o fuente de beneficio económico
en el caso del estado, empresarios y comerciantes, por lo que el daño a los perjudicados
por la transformación urbana siempre será mayor que el daño que sufrirían los
potenciales beneficiarios de primar la negativa a la misma. Y aunque muchos
trabajadores desplazados de barriadas pobres se beneficiaron con trabajo en los
obradores, el empleo coyuntural y precarizado provisto no califica como
beneficio permanente, mucho menos en un país en el que años de políticas
sociales expansivas, no han conseguido mover el amperímetro en el acceso a la
vivienda. Según la ONU el derecho al suelo fue violado en casi todos los casos
donde hubo expropiaciones. El juego de culpas cruzadas, a la orden del día. El
ejecutivo responsabiliza a las gestiones municipales y estaduales, la procuraduría
pidió disculpas por los errores cometidos. Sumergido en la crisis política y el
barro de una corrupción pringosa que salpica a todos, pero se pega más a
quienes confundieron gobierno con Estado- ecos que redundan amplificados de
éste lado del Uruguay- casi un país
entero preocupado por alejar la caja de obra pública y subsidios del 5to PBI
del mundo del alcance de rufianes públicos y privados, se interpela por las
ventajas de un show caro, cuya factura no pagarán los empresarios ni los
especuladores inmobiliarios.
Agradecemos al geógrafo Héctor Zajac su contribución para Geoperspectivas.
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