lunes, 20 de julio de 2015

GEOGRAFÍAS DEL PODER, POR SASKIA SASSEN


Domingo 19 de julio de 2015
"Hay geografías de poder y extracción que atraviesan la división Norte-Sur" Saskia Sassen.

La socióloga dibuja un inquietante mapa de expulsiones económicas, sociales y medioambientales; "la desigualdad ya no es suficiente para entender esta época", dice Por Raquel San Martín | LA NACION. http://www.lanacion.com.ar/1811285-saskia-sassen-hay-geografias-de-poder-y-extraccion-que-atraviesan-la-division-norte-sur


¿Y si las poblaciones desplazadas por las guerras en África, la contaminación de tierras y agua en Rusia y los encarcelamientos masivos en Estados Unidos fueran síntomas de un mismo proceso global? Si en lugar de mirarlos como fenómenos separados, buscáramos el hilo conductor que los une, ¿encontraríamos al final el ADN de nuestra época? Quizás preguntas como éstas hayan inspirado a Saskia Sassen en los inicios de la investigación minuciosa y global que dio por resultado Expulsiones (Katz), el libro recientemente publicado en el país, en el que la socióloga de las ciudades globales hace más agudas y radicales sus críticas a la nueva fase del capitalismo que describe.Trabajadores y empleados de bajos salarios sin protección social; técnicas de explotación minera que destruyen el medioambiente; compra masiva de tierras por parte de países desarrollados en otros continentes; un mercado financiero que arrasa con las viviendas y los futuros de las personas: el concepto de desigualdad, dice Sassen, ya no alcanza. Tampoco los de norte y sur, rico y pobre, izquierda y derecha. Para entender esta época en toda su complejidad, enfatiza con el estilo expansivo que agradecen sus audiencias en todo el mundo, hay que pensar conceptos nuevos, medir con otras herramientas y nombrar de otras maneras.

En un diálogo con la nacion que, a tono con la vida itinerante de la entrevistada, se realizó entre Londres, Budapest y Bangkok, Sassen -autora de Territorio, autoridad y derechos y Una sociología de la globalización, entre otros- avanza un paso más: hay que moverse por "el filo del sistema" y "a nivel del suelo", insiste, para encontrar las claves de esta época en la que "el despliegue de conocimiento y creatividad con demasiada frecuencia trae brutalidades elementales".

-¿Cómo se compara el concepto de expulsión con el de desigualdad, que es la idea hoy más difundida para aludir a las patologías del capitalismo contemporáneo?

-El lenguaje de la desigualdad registra una condición importante, pero no suficiente para capturar la especificidad de nuestra época. Siempre ha existido la desigualdad, cualquier diferenciación puede ser pensada como una forma de desigualdad. Más aún, y esto es muy importante en mi perspectiva, necesitamos nuevos conceptos para capturar la amplitud y la profundidad de los desplazamientos sociales y medioambientales actuales: brechas de ingresos escandalosas entre los ricos y las clases medias modestas, poblaciones desplazadas en todo el mundo, y una escalada global de la destrucción de los recursos naturales.

-Justamente usted menciona en su último libro que estas distintas formas de expulsión (económica, social, biosférica) atraviesan territorios y sistemas políticos, pero ¿no se expresan de forma distinta en el Norte global que en el Sur global? ¿No tienen impactos diferentes?

Sí, así es. Uno de los argumentos centrales del libro es la necesidad de volver al "nivel del suelo" como una manera de des-teorizar, o de desestabilizar las categorías centrales y las explicaciones poderosas, para re-teorizar. Entonces argumento, por ejemplo, que las destrucciones ambientales masivas que causa la explotación de las minas de oro en Montana, en Estados Unidos, y la misma destrucción provocada por la producción de níquel en Norilsk, en Rusia, no deberían verse simplemente como un fenómeno capitalista y otro comunista, sino ambos como fenómenos que señalan la capacidad masiva de destrucción del medio ambiente. Al poner en primer plano la cuestión medioambiental elimino el peso de esas profundas historias políticas de capitalismo o comunismo, que constituyen todavía hoy el prisma a través del cual la mayoría de la gente parece mirar el mundo. Yo digo que no: es hora de volver al "nivel del suelo", para des-teorizar y luego re-teorizar según nuevos vectores. De manera más general, las explicaciones poderosas muchas veces son invitaciones a no pensar. Eso está bien la mayor parte del tiempo.

-¿Cómo funcionan actualmente?

-Cuando las condiciones se vuelven inestables -digamos, en la actual dominación del neoliberalismo después de las décadas keynesianas de la posguerra marcadas por la industrialización masiva y la construcción masiva de viviendas para las clases medias-, entonces hay que cuestionar esas explicaciones poderosas. Hoy veo significados inestables que nos obligan a acomodarnos colectivamente a estas condiciones emergentes. Sobre esto último, por ejemplo, el capítulo "Tierra muerta, agua muerta" del libro argumenta que necesitamos reconocer, dar testimonio, del hecho de que colectivamente hemos destruido vastas áreas de tierra y reservas de agua. Necesitamos hacer presentes esas tierras y aguas muertas.

-Usted detecta en el libro un cambio en la lógica económica que subyace a las distintas formas de expulsión que describe. ¿En qué se diferencia esa lógica de la del capitalismo como lo conocimos hasta 1980?

-Brevemente, el llamado período keynesiano se caracterizó por la producción en masa, el consumo masivo y la construcción masiva de vivienda y, en algunos países, de barrios en los suburbios y autopistas. Se centró en el hecho de que cada consumidor y comprador importaba. Ésa fue la lógica dominante y permitió el crecimiento de clases medias modestas y clases obreras prósperas. Hoy ya no es la lógica principal. Todavía está allí, pero el sector consumidor no es el que da forma a las lógicas económicas clave en las economías avanzadas. Desde los últimos años de la década del 80, se instaló un conjunto de nuevas lógicas dominantes, que se manifiesta de muchas maneras diferentes. Un aspecto clave de los años posteriores a los 80 es la construcción de geografías distintivas de poder, privilegio y extracción que atraviesan las divisiones tradicionales del sistema interestatal moderno (Norte y Sur, Este y Oeste). Estas geografías transversales de privilegio y poder pueden coexistir confortablemente con muchas de las divisiones tradicionales que continúan operando, como la falta de servicios de salud y acceso a alimentos y agua en el Sur global y la existencia continuada de estructuras fuertes de gobierno comunista en partes del Este. Las elites de Nigeria se sienten más cómodas y cercanas a las elites de Londres y Mumbai que a los pobres y explotados en su propio país. En este sentido, también, estas nuevas geografías tienen el efecto de desmembrar sociedades y culturas, tanto como sus territorios y Estados nacionales. Estas geografías incorporan sectores particulares (ciudades de vanguardia, elites corporativas, la rama ejecutiva de los Estados, incluyendo sus bancos centrales, las corporaciones de propiedad estatal más importantes, y otras) y expulsan al resto. Así, un país con vastos territorios empobrecidos que carecen de todo lo básico puede, sin embargo, destinar sus recursos limitados a desarrollar su ciudad más importante para convertirla en un nodo de una de estas geografías globales de centralidad. Hay muchos ejemplos, algunos conocidos, como Abuja en Nigeria, y otros que recién están emergiendo, como Luanda en Angola, que fue invadida por empresas extranjeras que la están reconstruyendo para convertirla en una buena plataforma para acceder a las ricas minas de ese país. Es decir, tenemos elites predatorias, como en Nigeria, Congo y tantos otros países, que se enriquecen, y un empobrecimiento creciente del resto de los países. Los llamados países ricos hicieron más o menos lo mismo en los años 80, finalmente recortando los servicios sociales y el mejoramiento de la infraestructura en todo su territorio, mientras promovían una transformación glamorosa de sus ciudades principales.

-¿En qué medida los expulsados son también invisibilizados?

-El punto crucial es que cuando una condición se vuelve extrema no logramos capturarla con nuestras estadísticas y conceptos, y en ese sentido puede volverse invisible. En el libro, hablo del "filo del sistema", una región conceptual, por decirlo así, que no tiene nada que ver con fronteras geográficas. La dinámica clave en ese margen es la expulsión de diversos sistemas: económico, social, biosférico. En este sentido, ese margen también se vuelve invisible para los modos corrientes de mirar y construir significado de los Estados y de los expertos, y por eso se vuelve conceptual y analíticamente invisible, imperceptible. Estamos viendo una proliferación de estos márgenes del sistema originados en parte en la economía política occidental en decadencia del siglo XX, la escalada de la destrucción medioambiental y el crecimiento de formas complejas de conocimiento que con demasiada frecuencia producen brutalidades elementales. Es en estos espacios de los expulsados donde encontramos la versión más aguda de lo que podría estar pasando dentro del sistema de maneras más suaves y por eso muchas veces desapercibidas como señales de una decadencia sistémica. En este sentido, creo que este "filo del sistema" señala la existencia conceptual de tendencias subterráneas porque no podemos hacerlas fácilmente visibles a través de nuestras categorías de significado actuales.

-¿Puede entenderse la compra masiva de tierras y la explotación de recursos naturales de unos países en otros como una nueva forma de colonialismo? ¿O tiene otros elementos nuevos?

-Sí y no. Sí, en el sentido de que ciertos países tienen, o construyen, la opción de adquirir vastas tierras en el territorio soberano de una serie de otras naciones. No, en el sentido de que, en el viejo imperialismo, Gran Bretaña quería toda África, por así decirlo; España, toda América Latina. Hoy veo una modalidad muy distinta. A ninguno de estos países compradores de tierras extranjeras les interesa conquistar todo el país. Al contrario, practican un minimalismo agudo: quieren sólo la tierra que les interesa usar, y cuando esa tierra se agota, se muere por el maltrato que implica ese mismo uso, se van a buscar otras. En síntesis, ésta es una modalidad colonial exclusivamente centrada en la extracción. Recordemos que los ingleses querían reeducar a las clases profesionales en la India, los españoles querían implantar la arquitectura de estilo español, Francia tenía su propia "misión civilizadora".

-El capitalismo parece ser el régimen global triunfante más allá de los sistemas políticos, porque hoy existen democracias, autocracias y regímenes totalitarios, todos igualmente capitalistas. ¿Cree que la política ha terminado subordinándose a la economía, hablando globalmente?

-Es un poco así: los poderes ejecutivos, sean presidenciales o parlamentarios, de derecha o de izquierda, empiezan a mirar con los ojos de las grandes corporaciones. Hay una lógica económica muy particular que se implanta también en el sistema político.

-Las expulsiones que usted describe, las consecuencias de la lógica del poder financiero en las vidas de las personas o de la explotación salvaje de recursos naturales implican un grado de desprecio por la vida de las personas. ¿Cómo se combina el capitalismo y la ética? 

- Hay ciertas ironías en esta evolución: por un lado, hay más y más reconocimiento y sensibilidad hacia las diversidades. Vemos toda una serie de movimientos étnicos, de género, sexuales, incluyendo los derechos de los animales. Todo esto me parece excelente. Pero también vemos la expansión de violencias de todo tipo: trafico de personas, explotación y esclavitud de cada vez más trabajadores pobres a través del mundo, la voluntad de matar o engañar para obtener órganos que se demandan cada vez más, abuso agudo del medioambiente con efectos tóxicos que envenenan lentamente a gran número de niños. En resumen, toda una serie de extracciones extremas que van en aumento, no en disminución como se esperaba hace veinte años. Esto va mucho más allá del capitalismo como lo hemos entendido, o como se desarrolló bajo el keynesianismo en Occidente. Se trata más bien una lógica de extracción predatoria para la cual el capitalismo puede ser un puente, pero va mucho más allá de lo que hemos entendido que son las explotaciones capitalistas. Es más extremo, y por ende quiero darle un nombre, un nombre simple, directo, no un "ismo". De ahí "expulsiones". Lo que veo, en síntesis, es un dualismo extremo.

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