El problema del Ebola, es una consecuencia de los modos en
que la globalización transforma la relación entre sociedad y el ambiente, tanto
a través de desequilibrios ecológicos que induce en los territorios que afecta, como
en la mediación que ejerce entre enfermedad y pandemia. El virus no es nuevo, siempre estuvo allí,
durante milenios funcionó inerme dentro de un ecosistema que cual caja de
pandora solo se abrió bajo el desarrollo de fuerzas productivas en cierto
momento histórico.
El primer brote ocurre en los 70 cuando el gran salto de la
globalización expresado por la transnacionalización de la economía mundial y
del capital, marca un aumento en el ritmo de expansión de las fronteras urbanas
y agrícolas sobre selvas, que multiplicaron en países Africanos los contactos
entre el hombre y su vector-el murciélago de la fruta según se cree- vía ganado o animales salvajes infectados. La promesa
de una globalización de bondades omnicomprensivas es cuestionada por una pobreza atroz en África
que al afectar severamente la posibilidad de respuesta de sus sistemas
sanitarios, de infraestructura, y de educación convierte el Ebola en epidemia, al riesgo
natural en desastre, o cual efecto boomerang impulsa migraciones masivas hacia
un mundo desarrollado que procura invisibilizarla.
Hay que decirlo: El Ebola no es noticia en tanto confinado al continente negro,
lo fue cuando tocó a la puerta de occidente con la repatriación del primer
europeo contagiado.
Una enfermedad es el resultado de un conflicto local entre
el hombre y su ambiente, una pandemia interpela en cambio por el modo en que
los factores: socio-económicos, históricos y geográficos pueden incrementar o
achicar la brecha entre ésta y la enfermedad. La globalización también
vehiculiza exponencialmente los movimientos de población en el planeta. Bajo su
influjo se conforman coaliciones donde desaparecen
o se relajan fronteras, comprometiendo aún más la posibilidad de un blindaje de
sus efectos socio-territoriales no deseados. Efectos que no se organizan sólo
de acuerdo a ejes continentales: La crisis financiera de Estados Unidos, arrastró
a Europa que elige como receta de salida un ajuste cuyos costos se redistribuyen
de manera desigual en su interior, en consecuencia: los países más afectados
como España recurren a recortes en su
sistema de salud que dan de baja unidades enteras para tratar este tipo de enfermedades junto
con programas de entrenamiento específicos asociados a su gestión, como ocurrió
en el hospital Carlos III, más allá de los esfuerzos de los medios locales de
tratar el tema como un error individual de la enfermera contagiada que trató al
primer paciente. Finalmente, detrás del miedo a la pandemia yace amenazante su
carácter virulento y global que pone de manifiesto aquello que en realidad
genera rechazo en occidente: la posibilidad de que sus estragos incluyan a
sectores sociales cuyos recursos les han permitido hasta ahora permanecer al
margen de la mayoría de las problemas socio- ambientales más graves.
Hector Zajac, Profesor y Licenciado en Geografía de la
Universidad de Buenos Aires, MA UNY
05/11/2014 Clarín - Nota - Cartas de Lectores - Pag. 26 Tribuna
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