Región Metropolitana de Buenos Aires: Jurisdicciones y Coronas y Zonas del
Gran Buenos Aires.
CELEMÍN, Juan
Pablo; Mariana MARCOS; Guillermo Ángel VELÁZQUEZ. Calidad ambiental y nivel
socioeconómico: su articulación en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Scripta
Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 10 de junio de 2013, vol. XVII, nº 441. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-441.htm>.
MOVILIDAD Y SUELO. GRANDES DESAFÍOS A
FUTURO
Héctor Zajac Geógrafo UBA. Magister UNY
Que Buenos Aires termine en la Gral. Paz es
un espejismo que data de una organización jurisdiccional vetusta, heredada de
un país que ya no existe. La
arbitrariedad, que signa el fracaso de las respuestas a los grandes
problemas urbanos -por el abordaje fragmentado de dinámicas que trascienden
dicho límite-, estuvo hasta ahora alimentada por gestiones con intereses
políticos contrapuestos a ambos lados del mismo.
Una gobernadora bonaerense, un intendente
de CABA, y un presidente del mismo partido, es un beneficio que viene con la
responsabilidad de posibilitar el fin del territorio como excusa. Un
alineamiento político-territorial que
acompaña el funcionamiento de lo que para los expertos tiene desde hace mucho nombre
propio, Región Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). El gobierno apunta a dar
el “batacazo” en la gestión integrada de una ciudad en la que la mitad de sus
trabajadores se mueve diariamente desde y hacia el conurbano, convirtiéndola en
un todo indivisible. El RER (Red de Expreso Regional), reflota un proyecto de
los 70 de unir la red de ferrocarril metropolitano a la de subte. 16 km de
túneles, nuevas estaciones, y un enorme nodo de interconexión modal bajo el
microcentro. Las objeciones: el impacto ambiental, y la postergada ampliación
del subterráneo, deben calibrarse con la ventaja que un sistema de
“expresos” (punto a punto) supone en la
reducción de tiempos y mejora en la calidad de viaje para millones que influiría
en los patrones masivos de uso de auto, causa central de congestión y polución.
El avance dependerá de flanquear lo que en su momento impidió la alternancia de
miradas de vuelo bajo, o incapaces de sortear la resistencia inherente a la
inercia funcional, conflictos internos y externos de los gremios de subtes y
trenes.
Producir infraestructura de acuerdo con una
unidad analítica más realista no
significa hacer ciudad incluyente -aún si se reemplazan autobuses por
autopistas,- si no se aborda la brecha entre producción y apropiación. ¿Estará
el macrismo a la altura de un desafío, para muchos extraño a su ADN? La
propuesta del ministro de transporte de subsidiar usuarios en lugar de empresas
va en esa dirección. Se verá en el peso del costo de movilidad sobre el salario
mínimo con la obra concluida.
Apropiación es también capitalizar recursos científico- técnicos, y productivos
propios. Un Estado capaz de articular necesidades con cadenas de valor y
trabajo genuino. Financiar la totalidad de una megaobra con deuda externa,
según parece ser la idea, repetiría los errores de un gobierno que mientras
invocaba keynesianismo y sustitución de importaciones, compraba parque
ferroviario a China con onerosos problemas de adaptación a la red local. Cuando
expertos aseguraban la viabilidad de reciclar y producir el propio. No solo los
trenes no terminan en el Riachuelo. Las redes de servicios básicos que
garantizan ambiente digno tampoco. Su ausencia se liga a la de vivienda formal
a la que éstos se asocian. El suelo ocupado, que supera con creces su acceso
vía mercado, de baja calidad e inundable carece de agua potable, cloacas, y
recolección de residuos. Su provisión implica reconocimiento institucional, y
una vía jurídica para su eventual reclamo. Los “barones” prefieren manipular el
bienestar dando con cuentagotas y según la lógica del “palo y la zanahoria”. El
hacinamiento resultante de la falta de planificación en tierra escasa, la
acumulación de basura que se resuelve con quemas, conforman un cuadro
medioambiental crítico para millones.
Formalizar e integrar villas y
asentamientos son pasos impostergables -no hay apropiación sin calidad de vida-, dentro de un nuevo paradigma que facilite acceso al suelo formal como único
camino hacia una ciudad incluyente. En esperar todo del macrismo, subyace una
cultura autoinfligida de ejercicio limitado de ciudadanía, que avala en parte,
la confusión entre gobierno y Estado de los últimos años. Acaso la posibilidad
de cambio, se vincule más que a la convergencia partidaria de poderes
ejecutivos. A la convergencia de la transversalidad real, para definir en clave
de consenso políticas de Estado de vivienda y suelo en una ciudad mayor que la
suma de sus partes.
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